domingo, 21 de abril de 2013

Reflexiones económicas


"Entre 1880 y 1913, en que la Argentina creció 5% anual promedio, el PBI per cápita aumentó 2,5% por año; y en 1900, tenía 67% del ingreso por habitante de los niveles del mundo avanzado de 1870; y era 100% en 1913. Ese año, señala Alan M. Taylor, la Argentina tenía, en todos los indicadores económicos y sociales, las características de un país avanzado.
En el siglo XX, eso se revirtió por completo. La relación PBI per cápita argentino/niveles del mundo avanzado era 84% en 1950; 65% en 1973; y 43% en 1987. Por eso, el caso argentino es único en la historia del capitalismo mundial.
Entre 1880 y 1913, el crecimiento alcanzó un promedio de 5% anual y la expansión del PBI en la Argentina fue la más elevada del mundo, junto con la de EEUU".
Pienso que a partir de 1930 aparte de la inestabilidad política e institucional, comenzó un creciente aislamiento y mercado-internismo que no fue acompañado por un crecimiento de las exportaciones, las inversiones extranjeras o nacionales, derivando en crisis de balanza de pagos, de híper-endeudamiento o híper-inflación cada 5 o 10 años. Y estas crisis atravesaron gobiernos militares, peronistas y radicales por igual. 
Lamentablemente todavía no contamos con una política de inserción regional e internacional soberana, pero inteligente y perseverante, para aprovechar el conocimiento y capital disponible en el mundo que pueda utilizarse en un programa de desarrollo sostenido con inclusión social mayor que la actual. Tampoco hay que pensar que las "relaciones carnales" con las potencias nos traen beneficios automáticos: siempre hay que definir y defender los intereses nacionales antes que hacer acuerdos ciegamente con países cuyo principal interés es su beneficio económico o militar propio. 
Mi preocupación es que pareciera que seguimos pensando que las ideas del nacionalismo aislacionista y mercado-internista milagrosamente reducen el desempleo y generan desarrollo económico sin prestar atención al nivel de exportaciones, de ahorro e inversión necesarios para esquivar crisis cambiarias o financieras. Espero que no repitamos los mismos errores de los últimos 70 años.

sábado, 20 de abril de 2013

Sobre la Reforma a la Justicia

            Creo que en la marcha del 18A ya se expresó la opinión de muchos ciudadanos con respecto a ese tema, y es ahora decisión de los legisladores acompañar la ley o no. Cada ciudadano deberá analizar cómo votó la fuerza política que eligió en 2011, y pensar si vale la pena volver a elegirla.

           Mi opinión personal es que poder votar a Consejeros de la Magistratura junto con los partidos políticos, y que con la mitad más uno de los Consejeros ya se pueda destituir a un Juez, implica una transferencia de influencia de la Justicia al Poder Ejecutivo mucho mayor que la actual. Imagínense cómo actuará un juez que deba juzgar algún supuesto enriquecimiento ilícito con la presión de saber que es muy fácil que el Presidente o el Partido vaya por su cabeza. No digo que no hay que reformar la Justicia, sino que algunos de los artículos de estas leyes que se están aprobando no responden completamente a demandas populares como se viene diciendo. El gobierno está en todo su derecho a plantearlo, pero no necesariamente tiene que ser aprobado casi "a libro cerrado".

           Vilma Ibarra, ex diputada y mujer que dista de ser de derecha o fanáticamente opositora, dio su opinión sobre estas leyes, que me abrieron un poco la cabeza para tomar una posición:

         "La necesidad de democratizar la Justicia y los objetivos propuestos son valiosos. Hace muchos años que la Argentina adeuda una reforma profunda en su sistema judicial que abarque todos sus componentes.

Pero el discurso encuentra su límite cuando se estudian los textos de los proyectos de ley presentados por el PEN. Entonces, el relato se percibe sólo como música de fondo y lo que vale es la letra de cada proyecto. Porque es allí donde se definen las normas que regirán la vida de los argentinos.
Es sorprendente que no haya ni un solo renglón dedicado a la justicia penal, cuando las mayores quejas sobre la Justicia se refieren a la lentitud y poca eficacia de ese fuero. Hay también una constante queja respecto de la demora en los juicios de los jubilados contra el Anses. Aquí sí ha habido novedades y serán contra el ciudadano. Habrá ahora una instancia más, el nuevo tribunal de casación, como paso previo a obtener una sentencia de la Corte Suprema.
El proyecto de ley que propone modificar el Consejo de la Magistratura aumenta su número de integrantes de 13 a 19 miembros, cuya elección se hará en listas partidarias, en elecciones generales. Se convierte este organismo en un cuerpo político y partidario, sometido a las disputas de cualquier legislatura o concejo deliberante.
Este proyecto también modifica las mayorías para seleccionar ternas y destituir jueces. Los magistrados sabrán, si se sanciona esta ley, que cualquier partido político que obtenga la mitad más uno de los votos en el Consejo (antes se requerían 2/3) puede removerlo en pocos días; una mayoría, por cierto, bastante accesible. Ahora serán los partidos los que ofrezcan protección a los jueces o los embistan cuando se vuelvan molestos a sus intereses." 

viernes, 19 de abril de 2013

Pensar para Construir

               Hace poco mi hermana mayor me mostró un correo electrónico que yo le había enviado en el 2003 en las vísperas de las elecciones para Presidente. En ese momento yo vivía en el sur de Chile y no podía votar. "Tenés que votar por Néstor Kirchner, y convencer a todos los que puedas para que lo voten. Es el único que va a hacer crecer la industria. Es medio caudillo y Santa Cruz parece casi un feudo, pero tiene la mejor distribución del ingreso del país."

                En 2011 voté a Cristina, especialmente ilusionado por las políticas contracíclicas ante la crisis mundial del 2009, la inclusión previsional de los que no tenían aportes, la Asignación Universal (algo que planteaba Carrió por años en el Congreso sin éxito), el Matrimonio Igualitario, la convocatoria a trabajar todos juntos por el país: los jóvenes, los científicos, los trabajadores, los empresarios. La 125 no me parecía lo suficientemente correcta, no por estar en contra de cobrar impuestos, sino por no ser parte de una Reforma Tributaria Progresista. Se beneficiaban exclusivamente los grandes exportadores que simplemente trasladan cualquier aumento de la retención, bajando el neto para los productores a los que le compran granos. Incluso la Ley de Medios me gustó bastante.

                 Sin embargo, me encuentro un poco desilusionado. El rumbo en general que está tomando el gobierno no coincide del todo con mis ideales y lo que sueño para el país. Veo un forma de ejercer el poder cada vez más basada en dar órdenes evitando todo tipo de negociación, y con pocas consultas a los sectores a los que se va afectar. Estoy de acuerdo en que debemos fortalecer la moneda nacional, pero el cepo cambiario no es una medida eficiente. Solo congela la fuga de capitales, sin fomentar la entrada de divisas por inversión, y vemos que las reservas caen paulatinamente. Lamentablemente, las reservas que crecieron de forma sostenida de 2003 a 2011 están en su nivel más bajo en siete años, y ya no son un colchón fuerte ante shocks externos. La inflación afecta más a los trabajadores que antes, porque las paritarias arrancan demoradas y eso se ve en las estadísticas que muestran un estancamiento del consumo. Tampoco hubo mejoras en los índices de precios del INDEC que muestran una pobreza del 5% de la población, cuando se debería saber con rigurosidad científica la cantidad de personas bajo la línea de pobreza e indigencia para generar políticas que los beneficien. La AUH ayuda, pero no alcanza. Empezamos a ver nuevamente provincias desfinanciadas, incluso las que cuentan con gobernaciones del Frente para la Victoria. Y eso perjudica la calidad de la educación y la salud de los sectores populares. Y la Ley de Medios beneficia a empresarios que ahora apoyan al oficialismo en sus canales y diarios a cambio de nuevos negocios, pero que no tardarán en darse vuelta cuando olfateen alguna debilidad del gobierno nacional.

                   Estas y otras cosas me hacen dudar de volver a acompañar al Kirchnerismo en las elecciones que se aproximan. Tampoco hay certezas que otra fuerza política va hacer las cosas mejor. Sin embargo, no me resigno a creer que el sistema político y las dirigencias empresariales, sindicales, académicas, etc. puedan algún día generar cambios estructurales profundos que permitan el desarrollo sostenido y la inclusión social de los que tienen poco. De los que les falta el asfalto en sus calles, cloacas, vivienda digna, un empleo en blanco, una buena escuela pública, un hospital limpio y con insumos, y prevención del delito en sus barrios. Que son casi el 50% de la población. Entre ellos muchos de mis familiares.

                    Creo que hay que empezar a pensar y debatir el post-kirchnerismo. Pensar para construir una alternativa mejor. Sea en el 2015, el 2019 o el 2023.