viernes, 6 de septiembre de 2013

Una buena y una mala



Esta semana pensé en dos temas muy importantes que se deben resolver. El primero, muy visible y electoralmente vital, porque involucra a millones de usuarios que sufren servicios muy deficientes y hasta deplorables: los TRENES. El segundo tema, lamentablemente no tiene la visibilidad necesaria que permitiría haber encarado reformas antes, pero se está volviendo una bomba de tiempo, y al erosionar gravemente las cuentas públicas traerá consecuencias muy visibles: los gastos en ENERGÍA.

Afortunadamente, el Ministro de Interior y Transporte Randazzo ha realizado varios anuncios muy positivos sobre nuevas inversiones, compras de vagones y mejoras de vías y servicios de las líneas de trenes. Por ejemplo, se anunciaron obras en el tren Buenos Aires-Rosario, la intervención del Belgrano Cargas, la renovación de vagones para el Mitre y el Sarmiento, la importación de nuevos trenes para las líneas Roca, y la electrificación del ramal a La Plata. También las obras de soterramiento de vías del Sarmiento, que han sido anunciadas tantas veces en los últimos años sin ningún gran avance, que parece algo difícil de creer.

Sin embargo, el tema de la energía parece un tema muy complejo a resolver, y no se están tomando todas las medidas necesarias. La improvisada expropiación de YPF buscó ser un primer paso para revertir el proceso de falta de inversión privada en exploración y explotación de gas y petróleo, pero todavía no se ven resultados importantes. Las reformas en la política energética debieron haber empezado mucho antes. Y posiblemente el déficit energético se agrave aún más en el periodo 2013-2015.

Para no subir tarifas, en el 2012 el Estado gastó 56.455 millones de pesos en subsidios a la energía. Hubo que importar USD 9.500 millones, cuando antes durante la gestión kirchnerista no era necesario.

En 2013 se calcula un mínimo de 70.000 millones de pesos en subsidios energéticos (casi el 10% de la recaudación total del Estado Nacional), e importaciones por al menos USD 12.000 millones. El gobierno justifica estos subsidios, como una ayuda a la competitividad de la producción nacional y un fomento al consumo de los hogares.

Es una pena que se haya llegado a esta situación por no haber comenzado a arreglar el tema tarifas y subsidios antes. En mi opinión, es la principal causa que provoca el déficit fiscal actual y la necesidad del BCRA de emitir para financiar al Tesoro Nacional. La falta de negociación estratégica con las empresas petroleras, profundizó la desinversión privada, y finalmente trajo la necesidad de importar miles de millones en combustibles. Obviamente, esto erosiona las reservas del Central porque encima el "cepo" no permite atraer muchas divisas más allá de lo que se exporta.

Sin embargo, un ajuste brutal de tarifas (por ejemplo 200%) para que el Estado ahorre en subsidios provocaría una drástica caída del poder adquisitivo de grandes franjas de la población, especialmente en el Gran Buenos Aires. Hoy los hogares gastan mucho menos en agua, electricidad y gas que en el 2001 gracias a las tarifas subsidiadas. Un ajuste de golpe causaría inmediatamente una recesión y una profunda baja en el consumo, con efectos graves en el empleo. 

¿Habrá llegado la hora de la "sintonía fina", por ejemplo empezando a subir tarifas progresivamente un 25% anual de acá al 2016, y promoviendo incentivos y un marco legal más favorable para la extracción de combustibles?