miércoles, 19 de noviembre de 2014

Parece que al radicalismo no le interesa gobernar la Nación.

Desde el 2007 veo una enorme diferencia entre la forma de construir frentes electorales que tienen los dirigentes de tradición peronista con respecto a los demás. Se ve claramente en CFK y ahora también en Massa. Tienen la tendencia a buscar socios políticos en un espectro amplio que va desde el PJ ortodoxo del interior hasta el progresismo urbano y buscan votos de obreros, de marginados y también de la clase media. Tampoco discriminan mucho por origen. Lo importante para ellos es que sus socios los apoyen, entonces no hace falta ser justicialista obligatoriamente, sino que se puede ser de origen radical, socialista, neoliberal o lo que sea. ¿Bolsa de gatos? Tal vez, pero en casi todos los países de la región gobiernan coaliciones de varios partidos y más o menos se ponen de acuerdo en un rumbo definido. El que no coincide con las decisiones del líder momentáneo está invitado a irse. Los líderes de origen peronista tienen una especie de pasión o desesperación por estar en el poder, manejar los recursos estatales y mandar, que en los meses previos a las elecciones presidenciales los hace buscar las coaliciones más amplias posibles. Las contradicciones se resuelven (o no) una vez conseguido el objetivo. En blogs de militantes se lee muy seguido "lo importante es ganar". Incluso si eso significa tragarse más de un sapo, o que el frente gobernante cambia constantemente de aliados y enemigos. Lo toman con naturalidad tanto dirigentes, como militantes y también los votantes. Demuestran que quieren ejercer conducción, aunque muchas veces esa exigencia de verticalidad termina rozando el autoritarismo. Pero ese es otro tema a discutir.

En cambio, en la franja del pan-radicalismo en los últimos años no surgieron líderes de proyección nacional que convoquen a un frente amplio que abarque a por lo menos el 30% o 40% de la sociedad que generalmente no vota candidatos del PJ. Parece que buscan una pureza ideológica que no representa a más que a una minoría. La identidad radical siempre fue por lo menos binaria: un sector más nacionalista y populista (muchos de los cuales se pasaron a las filas de Perón) y otro más conservador y liberal. En cierta forma, en 1983 fue un frente muy amplio que los llevó a ganar con el 50%, aunque unos años después y mucho antes de la caída de De la Rúa, su principal líder Alfonsín los llevó a sacar solo el 17% y a perder la confianza de gran parte de la clase media, su principal base de apoyo. Carrió no se equivoca al decir que son mediocres y funcionales al gobierno, es la imagen que proyectan por lo menos. Sanz es el único que se muestra más astuto al incentivar acuerdos amplios para ganar en varias provincias y sumar bancas, aunque me cuesta entender por qué lo mismo que sirve a nivel provincial horroriza a los radicales si es a nivel nacional.  Macri tampoco hasta ahora parece tener la voluntad de poder que lleva a buscar alianzas grandes y negociar con los demás. Él dice que quiere ser el próximo presidente, pero no parece estar trabajando mucho para seducir a socios importantes en todas en todas las provincias que se sientan afines a su proyecto.

Los agotamientos de los ciclos económicos, las recesiones y el cansancio ante la corrupción dan la oportunidad para que la sociedad elija un cambio de rumbo y otros equipos de gobierno. Sin embargo, se corre el riesgo de no saber aprovechar la declinación kirchnerista porque hasta ahora no hay candidatos muy competitivos, con experiencia de gestión y capacidad de negociar la incorporación de socios de diferentes partidos en una propuesta común que beneficie al país por muchas décadas. Macri puede ocupar ese lugar, pero tiene que trabajar muy fuertemente con la UCR y pulir sus aptitudes como Jefe de Gobierno y dirigente. Me parece que ahora ya es demasiado tarde. Los caciques justicialistas, más flexibles y ambiciosos, seguirán ejerciendo la hegemonía,y adaptarán su discurso y políticas a lo que les convenga en el momento. A ellos sí les interesa ganar y trabajan para lograrlo.

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