Esta semana pensé en dos temas muy importantes que se deben resolver. El
primero, muy visible y electoralmente vital, porque involucra a millones de
usuarios que sufren servicios muy deficientes y
hasta deplorables: los TRENES. El segundo tema, lamentablemente no tiene la visibilidad
necesaria que permitiría haber encarado reformas antes, pero se está volviendo
una bomba de tiempo, y al erosionar gravemente las cuentas públicas traerá
consecuencias muy visibles: los gastos en ENERGÍA.
Afortunadamente, el Ministro de Interior y Transporte Randazzo ha
realizado varios anuncios muy positivos sobre nuevas inversiones, compras de
vagones y mejoras de vías y servicios de las líneas de trenes. Por ejemplo, se
anunciaron obras en el tren Buenos Aires-Rosario, la intervención del Belgrano
Cargas, la renovación de vagones para el Mitre y el Sarmiento, la
importación de nuevos trenes para las líneas Roca, y la electrificación del
ramal a La Plata. También las obras de soterramiento de vías del Sarmiento, que han sido anunciadas tantas veces en los últimos años sin ningún gran
avance, que parece algo difícil de creer.
Sin embargo, el tema de la energía parece un tema muy complejo a
resolver, y no se están tomando todas las medidas necesarias. La
improvisada expropiación de YPF buscó ser un primer paso para revertir el
proceso de falta de inversión privada en exploración y explotación de gas y petróleo, pero
todavía no se ven resultados importantes. Las reformas en la política
energética debieron haber empezado mucho antes. Y posiblemente el déficit
energético se agrave aún más en el periodo 2013-2015.
Para no subir tarifas, en el 2012 el Estado gastó
56.455 millones de pesos en subsidios a la energía. Hubo que importar USD 9.500
millones, cuando antes durante la gestión kirchnerista no era necesario.
En 2013 se calcula un mínimo de 70.000 millones de pesos en subsidios energéticos (casi el 10% de la recaudación total del Estado Nacional), e importaciones por al menos USD 12.000 millones. El gobierno justifica estos subsidios, como una ayuda a la competitividad de la producción nacional y un fomento al consumo de los hogares.
Es una pena que se haya llegado a esta situación
por no haber comenzado a arreglar el tema tarifas y subsidios antes.
En mi opinión, es la principal causa que provoca el déficit fiscal
actual y la necesidad del BCRA de emitir para financiar al Tesoro Nacional. La
falta de negociación estratégica con las empresas petroleras, profundizó la
desinversión privada, y finalmente trajo la necesidad de importar miles de
millones en combustibles. Obviamente, esto erosiona las reservas del Central
porque encima el "cepo" no permite atraer muchas divisas más allá de
lo que se exporta.
Sin embargo, un ajuste brutal de tarifas (por ejemplo
200%) para que el Estado ahorre en subsidios provocaría
una drástica caída del poder adquisitivo de grandes
franjas de la población, especialmente en el Gran Buenos Aires. Hoy los hogares
gastan mucho menos en agua, electricidad y gas que en el 2001 gracias a las tarifas subsidiadas. Un ajuste de golpe causaría inmediatamente una recesión y una
profunda baja en el consumo, con efectos graves en el empleo.
¿Habrá llegado la hora de la "sintonía
fina", por ejemplo empezando a subir tarifas progresivamente un 25% anual
de acá al 2016, y promoviendo incentivos y un marco legal más favorable para la
extracción de combustibles?
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